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Galería La Pascasia 2020 (Exposición Individual) 

Aproximación a «Un hombre que ha muerto de milagro»

«Lo que cuento es maravilloso pero exac- to». Quizá esta sola línea represente lo que hay detrás del libro. Una confronta- ción y a la vez una visión cómplice entre Dios, el Diablo y los hombres. Un solo destino: el nuestro. Voces que nos ha- blan con ritmos diferentes, con tonos y silencios contrastados. A todas prestamos atención porque hablan de nosotros mis- mos. Somos aquellos que aúllan en esta sinfonía desmesurada, desbordante. Somos nosotros arrojándonos al filo de nuestras singulares batallas. Nosotros quienes, en la lectura, adoptamos la forma de un gi- gante o de un caracol. Estamos en pie de guerra. No admitimos ser consolados. Pero una honda, un golpe certero, nos obligan a mirar otra vez, a retomar la vigilia, a morir de pie como los árboles y con los ojos abiertos...

   

No estamos frente a una fábula. Todo indica que cada hecho ocurre aquí y ahora. En la vibración del color, en la oscura vibración de la vida elevada a la máxima potencia. En el gesto y los rasgos reconocidos, en las voces que, nuevamente, relampaguean desde adentro: «Que sirva esta narración para decla- rar que nunca he tenido reuniones en un aproximación a «un hombre que 06 ha muerto de milagro»

desierto con hombre alguno. Todo el que va allí está obligado a encontrarse a sí mismo y lo confunde conmigo, y en la mayoría de los casos encuentro muy ofen- siva esa equivocación.»

   

Lanzamos, pues, la piedra entre los ojos de alguien más. Y ese alguien se di- luye. Vuelve a ser parte de nuestro aire.David Robledo no se conforma con lo que sabe hacer. Busca más. Siempre más, y es por eso que nos encontramos leyendo la historia singular de un hombre que regresa varias veces de su propia tum- ba. Que se permite ser narrado por otros, así esos otros no tengan conciencia de su singularidad, de su estar en el mundo, de sus múltiples batallas, de sus diálogos secretos con Dios, con el Diablo, con la Muerte. Tres caras de una moneda no corriente, moneda del misterio y de la duda no resuelta, de abismos insalvables, inclasificables.

 

Estas voces, estos relatos, estas presencias nos toman de la mano y nos instan a continuar. Aunque no queramos, aunque tengamos la conciencia de que más allá de la fábula nos espera la reali- dad. Una realidad tan antigua y a la vez tan actual que no puede menos que espantarnos. Nada cambia. El tiempo es el agua que refleja nuestro verdadero ros- tro, nuestra figura ni grande ni peque- ña, pero que tiene la talla de nuestro desconcierto.

   

Vivimos siempre más acá de nuestros límites. Un perro, una casa, un sepulcro. Todo esto amparado por la luz del sol, por el color que revela mucho más de lo propuesto. Rostros, voces que se confun- den y llegan a ser una sola pregunta, una sola búsqueda, un destino más fuerte.

David Robledo es todavía joven, pero sabe conjurar el tiempo. Todos los tiempos. Se ha propuesto hacernos tragar lo visible y lo invisible en pequeñas dosis, jugando con las palabras, revolviendo en su marmita nuestros deseos, nuestros mie- dos, nuestras más hondas tragedias, nues- tras más sensibles comedias.

   

¿Quiénes somos Goliat, David, Orfa, Mikal? ¿Quiénes el pueblo judío, los fi- listeos? ¿Quiénes la montaña, el león, el ciervo, el buey, el ángel? ¿Quiénes la paciencia, la resistencia, los rei- nos cuya corona son sus propias raíces? ¿Quiénes los re’ em? ¿Quiénes los jueces? ¿Quiénes la derrota, la contradicción? ¿Quiénes el lazo, el puente que une las caras de la moneda y asiste a su recon- ciliación? ¿Qué son aquí las ideas? «Las palabras son como cuerpos y sus significados son como almas»

   

Una épica de otro tiempo en este tiempo. Una épica de lo que el mundo ha hecho de nosotros, de lo que nosotros hemos hecho con el mundo. Atmósferas que son claves, sombreros en manos del prestidigitador. Sombras y más sombras. Sombras detrás del lienzo, sombras detrás de la escritura. Sombras vivas, sombras muertas. Riesgos. Caminar bajo los párpados de una cuarta muerte. Y presentir que hay más. Y saber que el perro volverá a ladrar nuestro nombre, una y otra vez. Como Sísifo. Como la piedra de Sísifo. Como la nostalgia que somos, dura, inconfesada.       

Este libro es un golpe de dados en el que uno siente que no saldrá par. Ni uno, ni dos, ni seis... Tal vez once. Una victoria pírrica, una honda en manos del ángel, de un demonio, de la poesía... Un duelo, otra muerte. Tal vez no la última. Un golpe de luz y color en medio de los ojos...

Lucía Estrada, febrero de 2020

LIBRO

https://www.tragaluzeditores.com/libros/ese-hombre-ha-muerto-de-milagro/

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